Libro «Poemas II»


Lleva ella un camina’o
que a todos deja pasma’o,
mirando de medio la’o
a ver que efecto ha causa’o.

Tiene el barrio alborota’o
su menear exagera’o,
Don Goyo, quien es casa’o,
le perturba su menea’o.

Viejo verde, enamora’o,
por ella está él bien babea’o,
Doña Petra que es celosa,
se enfada y le dice cosas.

Panchita, que es muy maldita,
mas mueve su cinturita,
despertando los deseos
entre jóvenes y viejos.

Esbelta como una diosa
vistiendo ceñida ropa,
aprovecha su beldad,
muchos miran, pocos tocan.

El que resulte agraciado
y al fin gane la conquista,
cuidado él ha de tener
pues ella es escurridiza.

Los ojos no ha de cerrar,
no podrá ni pestañear,
pues si la pierde de vista
se la pueden levantar.

Y mientras muchos aspiran
a llevársela a su la’o,
sigue gozando Panchita
mostrando su camina’o.

Libro \
Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

Por mucho que me esfuerzo en preguntarme las razones,
no he encontrado respuestas que guarden sentido,
de como es posible que el mundo libre ignore,
a un pueblo que sufre y se encuentra desvalido.

Crece desmesurada la población carcelaria
como hierba abonada por el malestar y el descontento,
solo por manifestar tus deseos libertarios
te encarcelan y mantienen hacinado y bien maltrecho.

Se torturan y fusilan infelices a mansalva
cuyo solo pecado ha sido despreciar aquello,
frente al sucio paredón manchado con la sangre
de los miles que ante él han sido muertos.

El hambre y la miseria al pueblo acosan,
indefectiblemente se ignoran sus derechos,
arrástranse mas que caminan, indefensos
bajo el cruel yugo al cual están sujetos.

Ya no viven, solo existen con sus penas,
indolentes, no quieren oír sus lamentos
aquellos pueblos, supuestamente hermanos,
que les miran sin querer ver su sufrimiento.

¿Cuánto más ha de prolongarse esta injusticia?
¿Cuánto más ha de sufrir mi pobre pueblo?
¿Cuánto más penará esta gente que agoniza?
Por mucho que respuestas busco, no las encuentro.

Esperemos que finalmente la piedad se manifieste
en aquellos que inconmovibles nos ignoran,
y que nos brinden el apoyo necesario
para que este largo padecer, pase a la historia.

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Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

Atacada por una fiera de poder hambrienta,
sufriendo sus terribles dentelladas,
se encuentra una pobre isla indefensa
por un mundo indolente muy olvidada.

Se arrastra sin poder bien defenderse,
herida, con sus carnes desgarradas,
huyendo del ataque vil e inclemente,
clamando por piedad, desesperada.

Caen tristes al vacío sus quejidos,
su dolor luce que no importara,
todos le han vuelto sus espaldas
mientras la pobre isla se desangra.

Su vida poco a poco ya se extingue
ahogada en un profundo mar de lágrimas,
el continuo sufrir la debilita
sumida en cruel calvario, solitaria.

Ha de cesar algún día su Vía Crucis,
cuando deje de sufrir la desdichada
y podamos los cubanos hermanados
cuidar de sus heridas y sus llagas.

Muy pronto patria mía volveremos
y más nunca serás tu abandonada,
todos unidos nunca más permitiremos
que se repita tan horrenda e injusta infamia.

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Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

La muerte . . .
oscuridad eterna,
noche sin luna ni estrellas,
soledad perenne.

La muerte . . .
descanso de cuerpo y mente,
realidad incomprensible,
no sabemos cuando llegue.

La muerte . . .
cesación del consciente,
es el adiós a la vida,
pérdida de nuestro ambiente.

La muerte . . .
quisiéramos no conocerte,
mantenerte a ti bien lejos,
evitarte no se puede.

La muerte . . .
antítesis de la vida,
el nacer es la partida,
ella nuestra final suerte.

La muerte . . .
con su secreto profundo,
nos traerá un renacer
o el final de nuestro mundo.

La muerte . . .
no sabemos su intención,
si es paradero final
o cambio a otra dimensión.

La muerte . . .
tratemos de comprenderte,
no hay principio sin final,
no podemos detenerte.

La muerte . . .
mientras se espere a que llegue
disfrutemos de la vida,
disfrutemos del presente.

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Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

En el mar la mirada perdida,
más perdida se encuentra su mente,
se ha negado a aceptar este hombre
que más nunca podrá ver a su gente.

Esperaba a sus seres queridos
cuando en eso llegó la noticia
de que todos habían perecido
al hundirse la balsa en que huían.

Esposa y dos hijos de Cuba venían,
hacía varios años que no se veían,
era la obsesión de su pobre vida
reunirse al fin con su amada familia.

Tanto fue el impacto emocional
que la razón perdió el desdichado,
hoy deambula mirando hacia el mar
con su pobre corazón dañado.

Piensa que algún día vendrán
en espera infructuosa y eterna,
que abrazarlos él podrá a los tres,
pobre ilusión de una mente enferma.

Acciona como si hubiesen llegado,
hacia ellos extiende sus brazos,
la alegría inunda su rostro,
espejismo de su mundo falso.

Se compadecen algunos que pasan
impresionados por su pobre estado,
otros pasan sin prestarle atención,
sin quererse dar por enterados.

Si supieran de la triste historia
que a este hombre tanto ha afectado,
lágrimas habrían de verter
aún aquellos que nunca han llorado.

Es este un pasaje de la vida real
que tal parece de triste novela tomado,
es la historia de un pobre cubano
que vive al sur, por allá por los cayos.

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Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

Afectada por una terrible sequía
indefensa se encontraba una isla hermosa,
las nubes con sus vientres llenos de agua
se habían marchado hacia lejanas costas.

El caudal de los ríos ya menguaba
debido a que la lluvia no caía,
la tierra con su cara muy cuarteada
prontamente su fertilidad perdía.

Lloraban las palmeras desoladas
ante el triste paisaje que veían,
las cañas bien resecas protestaban,
producir su dulce jugo no podían.

Las flores se veían ya marchitas,
secos pétalos al suelo se caían,
no pudiendo libar de ellas su néctar,
mariposas y abejas perecían.

Los pájaros perdiendo su entusiasmo
en el silencio sus trinos escondían,
al igual que los otros animales
la falta de agua acababa con sus vidas.

Se extendía el fuego por los campos,
con gran facilidad ellos ardían,
contribuyendo al dantesco espectáculo
colofón de prolongada sequía.

Expuesta a tan tamaña inclemencia
flora y fauna poco a poco se extinguía,
comparable esta sequía al cruel sistema
que inmisericorde hoy destruye nuestra isla.

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Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

¿Y qué vas a dejar cuando tú partas,
riquezas materiales que se gastan?
¿Por qué no dejas algo de mayor substancia,
un pensamiento, un libro, un comportamiento,
o una filosofía interesante y sabia?

Pasar por esta vida sin dejar un rastro
nos condena a ser prontamente olvidados,
estéril nuestra vida, de haber sido,
así de pobre ha de ser nuestro legado.

¿No quisieras ser tú recordado
y no yacer olvidado en el pasado?
¿No quisieras ser tú recordado
por alguna enseñanza que has dejado?

¿No quisieras ser tú recordado
por el buen ejemplo que hayas dado?
¿No quisieras ser tú recordado
por lo que al semejante has ayudado?

Deberíamos sentirnos obligados
a no partir sin que dejásemos algo,
esforzándonos durante nuestras vidas
para a este mundo dejar nuestro legado.

Capítulo de un jardín marchito en nuestra historia
donde florecieran la injusticia, el odio y la zozobra,
los derechos humanos brillando por su ausencia,
cárcel, fusilamiento, destierro, la triste consecuencia.

Murieron los nardos, azucenas, los claveles y las rosas,
sustituidos por un sin número de horribles plantas espinosas,
funesta procesión de cardos y ortigas harto odiosas,
desprovisto aquel jardín de sus flores coloridas y olorosas.

Interrumpida la vida de sus lindas mariposas
que huyeron perseguidas hacia acogedoras costas,
las que allá quedaron sufrieron cruel embate,
hambreadas, torturadas, fusiladas, pudriéndose en las cárceles.

Mientras esto sucedía, el mundo no miraba,
ignorando el dolor de un jardín que se secaba,
vergüenza acarreada en una incomprensible indolencia
como si hubieran existido carentes de conciencia.

Pero un buen día aquel jardín marchito
comenzó a florecer volviendo a ser bonito,
se estableció el coloquio flores y mariposas,
se retiraron prontas las plantas venenosas.

Florecido y bello como lo fuera otrora,
restablecido el orden, la paz y la concordia,
resurgía de aquella pesadilla odiosa
el más bello jardín, mi Cuba hermosa.

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Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

Hermosa fue aquella isla encantada,
de belleza singular y fulgurante,
que una suave brisa refrescaba,
y alumbraba gentilmente un sol brillante.

Adornada con primorosos paisajes,
de intenso verde vestidas sus campiñas,
incomparables ríos, montañas y valles,
eran parte de un maravilloso contraste.

Notable azul turquesa el de sus mares
color que el cielo en ellos reflejaba,
ambos sirviendo de marco elegante
a sus tibias y arenosas lindas playas.

Profusa y variada flora y fauna
completaban este paradisíaco enclave,
cual mitológico lugar de esparcimiento
hecho como para que los dioses disfrutasen.

Quebrantada la paz, día fatídico,
en que arribase la destructiva ola
que arrasara con toda la grandeza
de la que fuera una isla encantadora.

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Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

Siguen los fusilamientos,
la represión, los encierros,
¿cuando habrá de terminarse
el maltrato de mi pueblo?.

Inhumanas las medidas
que ha tomado el cruel gobierno,
tratando de controlar
pacífico movimiento.

Mueren otros tres hombres
ante el paredón siniestro,
por tratar en una lancha
de escapar de aquel infierno.

Decenas encarcelados
por mostrar sus sentimientos,
sus deseos de ser libres,
de expresarse sin recelos.

Las penas exageradas
se aplican con menosprecio,
a este grupo de infelices
que muestra su descontento.

Un poco de libertad
todo lo que están pidiendo,
un poco de libertad
bajo el régimen cruento.

Y mientras el mundo indolente
despierta de un largo sueño,
continúan en mi Cuba
muertes, represión, encierros.

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Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch

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