Se alborotó el hormiguero, 
la fiesta va a comenzar,   
ya se oyen sonar los cueros
con su ritmo sin igual.    

Las botellas de licor      
ya empezaron a bajar,      
vaciándose una tras otra
sin lograr le sed calmar.
                           
Negros y blancos aunados
en hermandad singular,
se divierten de lo lindo
al sonido del timbal.

Bailan hombres y mujeres
sin importarles su edad,
el bongó hace su parte,
el quinto no se queda atrás.

Se oyen las tumbadoras
con su intenso resonar,
un negro toca las claves
marcando bien el compás.

Nadie se queda sentado,
la conga los llama ya
con su pegajoso ritmo,
como un poderoso imán.

Las mujeres contorsionan
su anatomía sin par,
los hombres entusiasmados
las miran con ansiedad.

Se manifiestan instintos
difíciles de ocultar,
al enlazarse parejas
en simbiótico gozar.

Pasan las horas y horas,
la noche va a terminar,
el día ya se dispone
a un temprano despuntar.

Muchos yacen en el suelo
sin poderse levantar,
sufriendo de los estragos
del alcohol y del bailar.

Ya se calmó el hormiguero,
ya callado está el solar.

Poemas
Publicado en el Libro: Poemas
Autor: Cástulo Gregorisch