Se agolpan los recuerdos en mi mente
de aquella juventud feliz e irresponsable,
que fuera una aventura inolvidable,
corta y llena de nuevas experiencias,
en el proceso de una madurez incipiente.
Muchos los momentos disfrutables
con mi familia, mis amigos, con mi gente,
donde la vida corriera alegremente
en la maravillosa tierra en que viviera,
hasta que fuera destruida por las fieras.
Allá me enamoré entrañablemente
de la mujer que la felicidad me ha regalado,
la que me diera mis dos hijos adorados,
éramos jóvenes y llenos de ilusiones
cuando el ritmo de nuestras vidas fue tronchado.
Recuerdo aquella tierra llena de palmas
cuyas hojas batidas por el viento
semejaban gigantescos abanicos,
recuerdo las montañas con sus picos
y los campos adornados por las cañas.
Recuerdo a la gente que por las calles se movía,
el ruido del tráfico y la música en los bares
llenando el ambiente de vida y de alegría,
recuerdo las iluminadas noches y los soleados días
que completaban este maravilloso paisaje.
Recuerdo aquellas playas con sus tibias aguas
de color turquesa y espumosas olas,
blancas arenas y su sol ardiente,
que hacían nuestras vidas deliciosas
en aquel especial e inigualable ambiente.
Recuerdo el llegar de aquellas hordas destructoras
que convirtiesen en infierno el paraíso,
rompiendo aquel maravilloso ritmo
que movía a aquella isla encantadora,
acabando con su paz y con su aurora.
Recuerdo tantas cosas que hoy añoro,
otras que por siempre olvidar quisiera,
aquellas que tanto daño nos hicieran,
aunque compensadas quedan todas ellas
por las muchas buenas que la vida me ofreciera.
Con el pasar del tiempo sigo recordando
ya que recordar es vivir nuevamente,
aquellas únicas y bellas experiencias
que tan felices hiciesen nuestras vidas,
y que con gran celo guardamos tras la frente.
Publicado en el Libro: Poemas II
Autor: Cástulo Gregorisch
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